Estamos degustando nuestras mejillas. Te acostumbraste a que desapareciera de tu rutina, y ahora te convertiste en ateo de mis sentimientos. En el paladar no se me va la sensación aspera del miedo a equivocarme. Doy sonrisas falsas mientras me apuñala sin anestecia la verdad de que igual que antes no va a ser nunca más. Y me rindo antes los restos que encuentro de vos, y no me saco de encima ni una milésima de confusión. Sigo rogando que vengas primero y te mezcles conmigo y una risa nos inunde del mismo amor que tuvimos, pero la caida libre a la realidad duele y es así como me siento, en terapia intensiva del golpe en seco que estoy recibiendo. Y me seguis viendo cuando yo lo hago pero nos ignoramos. No existe el tiempo para pensar si te voy a querer o no más, ya hace rato que nos alejamos. Y las secuelas duelen siempre que hay humedad
o cuando no te vaya a ver más.
